CRT-II: Las Aventuras de Buratino
- Pierrot
- 28 jul 2024
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos a una edición más de CRT!
Esta noche la luz fosforescente de la televisión proyectará para nosotros la sorprendente imagen de un niño hecho de madera, de un grillo violinista, y de un payaso melancólico, prisionero de un detestable torturador.
A ellos los acompañarán las figuras de una zorra coja y un gato ciego, un fraudulento vendedor de sanguijuelas, una vieja tortuga sabia, y un abusivo arlequín.
Así es, hoy, entre las penumbras de nuestra pequeña cueva presenciaremos las maravillosas “Aventuras de Buratino”, producción de Belarusfilm estrenada a principios de 1976 y tercera adaptación al cine del cuento homónimo de Alekséi Tolstói, a su vez una adaptación de “Las Aventuras de Pinocho”.
¡No más preámbulos!
Pónganse cómodos y recuerden:
/// SPOILERS GALORE ///

“Las Aventuras de Buratino” es una cinta dividida en dos capítulos, los cuales siguen la adopción de Buratino por Pappa Carlo y sus subsecuentes aventuras musicales.
La narrativa traza su propio camino, a pesar de estar inspirada por la obra de Carlo Collodi, alejándose más y más del material original a medida que progresa el filme.
Los primeros puntos argumentales son más o menos los mismos; Buratino inicia la cinta como un tronco parlante, rápidamente adoptado por Pappa Carlo (equivalente a Geppetto) y tallado para darle la forma de un niño.
El recién formado Buratino es un muchacho con buenas intenciones pero que tiende al desorden y a las travesuras, similar al Pinocho de Collodi pero con dos distinciones fundamentales:
En primer lugar, su nariz no crece al mentir, en segundo, éste nunca se ve motivado por el deseo de convertirse en un niño de verdad.
Estas diferencias en la motivación de nuestro protagonista y en cómo se relaciona el cuerpo de éste con los actos morales e inmorales que pueda cometer marcan un cambio radical de tono y de intencionalidad en la obra.
La narrativa italiana original está enfocada en ser, antes que nada, una lección de moralidad para los niños. Se trata de una historia en la que los actos buenos son recompensados y los actos malos castigados, llegando en ocasiones a extremos sombríos e incómodos para comunicar su mensaje de forma clara y potente.
Pinocho tiene que vivir y presenciar cosas terribles para aprender las lecciones que Collodi considera importantes. En distintos puntos éste se ve arrestado, colgado por el cuello, y convertido en un asno.
Buratino, en cambio, vive una aventura más despreocupada, en donde el objetivo único y final de la producción es el entretenimiento para los niños, sin mucho interés en su educación moral.
De esta forma “Las Aventuras de Buratino” son mucho más ligeras e inocentes. Se desarrollan en un mundo en el que reina la lógica de los dibujos animados y en el que el optimismo y los buenos deseos son más que suficiente para encontrar la felicidad.

Regresando al desarrollo narrativo de la cinta vemos la primera aparición del Grillo Parlante, un bicho viejo y sabio que toca el violín y trata de aconsejar a Buratino, sólo para ser ignorado y agredido por la marioneta.
En los siguientes minutos de cinta la narrativa transcurre con agilidad; Pappa Carlo le compra su libro abecedario al títere (azbuka en ruso) y éste marcha a la escuela, desviándose en el camino y acabando inmerso en la presentación de un teatro ambulante. Este teatro, manejado por un tal Karabas Barabas, es el escenario donde queda tan claro como el agua que el punto más duradero, impactante e inspirador de la película será su lenguaje visual.
Es cierto que la escenografía, vestuarios y efectos son inconsistentes en su calidad y que muchas veces las costuras son aparentes, pero también es cierto que hay diseños presentes en pantalla cuyo ingenio e imaginación capturan al espectador de forma inmediata y total.
El mayor ejemplo de esto es el vestuario de Pierrot; un diseño magnífico derivado de la clásica figura del Pierrot de la comedia del arte. Un diseño que no sólo nos presenta con una imagen cautivadora, sino que además es capaz de capturar la esencia de su personaje y comunicarla de forma inmediata.
El pequeño Pierrot es un niño inocente y un alma melancólica, y su vestuario y maquillaje son la inocencia y la melancolía adoptando forma física, el mayor logro de toda la producción.

Entre otros diseños destacables incluiría a Barabas con sus largas barbas, al Arlequín con su colorido atuendo circense, y al mismísimo Buratino, con cabellos que parecen hechos de aserrín.
El resto del primer capítulo servirá para presentarnos a otras figuras importantes dentro de la narrativa, como lo son el estafador Duremar, el gato Basilio, y la zorra Alice, todos antagonistas que buscarán engañar y aprovecharse de nuestros héroes. Sin embargo, no todas las caras nuevas son peligrosas, este primer capítulo también nos presenta a Tortilla la tortuga, quien guarda el secreto de una llave dorada que será el principal objeto de interés para la segunda mitad de la trama.
Con casi todos los personajes de importancia ya en juego, y con la historia ya en movimiento, el segundo capítulo se reduce a una serie de actos musicales y persecuciones que serán entretenidos para los más pequeños y que harán caminar a la trama poco a poco hacia su resolución final:
La derrota de todos los maleantes y deshonestos que se opusieron a Buratino y la subsecuente celebración de éste y sus amigos.
Tras la conclusión del segundo capítulo debo compartir que “Las Aventuras de Buratino” me parecen una cinta con diversas virtudes y buenas intenciones, pero que al perder la dimensión moral por la que es conocido el texto original, nos dejan con una historia que no tiene mucho que ofrecer más allá del simple y llano entretenimiento.
La recomendaría para los más pequeños y para los aficionados del cine que disfrutan del consumo de este tipo de rarezas, aunque ciertamente a mí me ha dejado deseando algo con un poco más de sustancia.

Con esta breve reflexión me despido, ansioso por sentarme una vez más con ustedes y por ver de nuevo ese cine raro y mágico que tanto reconforta al espíritu.
Diviértanse y como siempre:
¡Felices vagancias y Godspeed!
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